“Yo soy sexy.” Repítelo en voz alta.
Mires a donde mires, los grandes carteles de publicidad te dicen qué es sexy.
La televisión, las revistas, internet, las tiendas… no puedes escapar de los “cánones de belleza”.
¿O sí? Uf, ten cuidado, que ahora aparece la palabra maldita. Nuestra sociedad está muy dividida, y cómo no, hay gente que cree en la igualdad pero aún le chirría la dichosa palabrita. Pues ahí va: feminismo.
El feminismo ha sido una lucha constante por los derechos de la mujer y lo sigue siendo, por mucho que se quiera negar. Tanto hombres como mujeres tienen modelos a seguir difícilmente alcanzables, pero hay que reconocer que ir al gimnasio para estar tonificado es más saludable y más barato que estar anoréxica, implantarte silicona, hacerte la cera, llevar tacones, la cara llena de maquillaje y tinte en el pelo.
Siempre sale alguien diciendo que:
Persona A: Lo hacen porque quieren.
Persona B: Un/a gordo/a nunca va a ser sexy.
Persona C: Los pelos son antihigiénicos, antiestéticos y antieróticos, por eso ‘solo salgo con hombres 100% depilados.’
Bien, lamento deciros que no, no lo hacemos porque queremos.
PAM.
Tres lectoras con cara de consternación.
Queremos encajar, ser como las demás (no es frecuente que alguien diga: voy a ir con la cara pintada de verde porque quiero ser diferente y original).
Queremos no tener problemas (a nadie le gustan las miradas indiscretas y los comentarios fuera de tono o las presiones pasivo-agresivas de nuestro entorno cercano).
Queremos sentirnos atractivas o deseadas (querer estar guapa para una misma significa que has asimilado que para estar a gusto contigo misma debes seguir el canon de belleza. No suelo oír a los hombres diciendo que se ponen guapos cuando están solos porque se arreglan para gustarse a sí mismos).
Queremos sentirnos aceptadas y reconocidas (como buena mujer, para que acepten tu validez como persona, primero tienes que “mostrarte” válida. Léase la opinión del mundo sobre Ana Gabriel, por poner un ejemplo).
La sociedad tiene montados unos tinglados increibles para que nadie se plantee porqué hacemos lo que hacemos, pero no nos meternos en ese berenjenal, así que pasamos a la respuesta B.
La obesidad es un problema de salud, sí; tener un poco de celulitis, no.
No mostrar la realidad y la pluralidad de los cuerpos de las mujeres comporta que la mayoría no se acepte a sí misma así como que el resto rechace a la persona de diversas formas, ninguneándola, presionándola, haciéndola sentir menos de lo que es.
Las curvas son sexys, las mujeres de verdad tienen curvas, a los hombres les gusta que “haya donde agarrar”. Son palabras que contrastan con la realidad. Ballena, vaca, las gordas son más fáciles porque nadie las quiere, qué se ha creido esa gorda… Y lo único que esconden es que la validez de la mujer pasa por la aprobación de los demás. Que la mujer debe moldarse para ser aceptada.
Los hombres también sufren discriminación por estar gordos. Sí. Y eso no cambia en absoluto nuestros problemas. La lucha contra los cánones opresivos es una de las bases del feminismo, pero es una lucha a favor de todos, hombres y mujeres.
Tenemos muestras en la historia de otros cánones donde la gordura era sexy. Que a ti no te lo parezca está bien, pero no todo el mundo piensa como tú.
Tess Holliday
Donde hay pelo hay alegría, o no, según.
El hombre como el oso, cuanto más peludo más hermoso.
El típico “pecho lobo” puede haber pasado de moda, pero serán ellos quienes decidan si quieren depilarse, el qué y cómo. Nadie va a decir que son unos guarros por llevar las piernas sin depilar.
El problema no es el olor porque ¡oh, magia! Existen la ducha y el desodorante, y si a ellos les funciona, a nosotras también.
Cada vez que pensamos, “es diferente, porque en una chica queda feo” estamos cayendo de cabeza en los cánones impuestos para oprimirnos. Los hombres y las mujeres no somos tan diferentes, es la sociedad la que nos impone unos cánones y unos roles diametralmente opuestos. Y el problema no es que sean opuestos, es que son injustos.
Rain Dove
Yo digo que soy sexy porque ser sexy es una actitud; aceptarse a una misma es sexy. Tener confianza y seguridad en mi misma es sexy. No callarme ante un inujsticia, hacerme valer y respetar, es sexy. Muchas veces nos decimos eso de: tiene un no sé qué que qué se yo… o que alguien le saca partido a una supuesta imperfección, lo típico de la nariz que le da personalidad; en realidad en lo que nos estamos fijando es en que esa persona se acepta a pesar de no cumplir con los cánones.
No hace mucho, una marca famosa, no recuerdo cuál, nos mostraba una joven medio vestida de bailarina, mostrando su vello corporal de forma exagerada. A mi modo de ver, lejos de ser una buena crítica social, parecía defender una posición reaccionaria para atraer el morbo y el sensacionalismo. Si de verdad defendiera unos valores progresistas, mostraría una joven con aspecto sano, no mórbida y lánguida, vestida como una mujer que tiene un objetivo en la vida, no como una muñequita para decorar, y sobre todo, sin centrarse en su vello como si fuese un mono de feria.
El mundo es lo que nosotros hacemos con él, y la gente te juzgará de forma diferente dependiendo de cómo lo enfrentes o te expreses. No esperes sentirte sexy porque un día lleves un tanga rojo divino de la muerte si en el fondo estás preocupándote por un sinfín de “imperfecciones” que la sociedad te ha metido en la cabeza que tienes. Nunca tendrás el cuerpo suficientemente esculpido, la piel tersa e inmaculada, el pelo con un acabado “salvaje y natural” que se tarda dos horas en conseguir.
Así que párate delante del espejo con tu pijama preferido, roto, hortera y dos tallas más grande, y disfruta de ti, de tu forma de guiñar el ojo, de tu sonrisa amateur, de tu pose imponente reclamando tu espacio, gritándole al mundo que eres así, que te quieres, que eres genial.
Ahora repite conmigo: Yo. Soy. Sexy.
Miss Sexydream es la redactora jefa del blog del sex shop Sexydream. Especialista en las artes amatorias, le apasiona la literatura erótica, los masajes con aceite y los preliminares que comienzan con una copa de buen vino.
