Tickling: las cosquillas más placenteras

Aunque quizá no sea una práctica muy conocida, el tickling es un tipo de fetiche que puede resultar realmente excitante para algunas personas. Se le conoce como tickling o knismolagnia, y no es otra cosa que la excitación que se puede llegar a experimentar al hacer o recibir cosquillas. Otro de los nombres con el que se le conoce es fetichismo de cosquillas.

Si quieres saber más sobre esta extraña práctica, sigue leyendo.

¿Qué es el tickling o knismolagnia?

El tickling o knismolagnia es una práctica sexual en la que se produce una excitación sexual a través del cosquilleo o la sensación de picor en el cuerpo. Esta práctica puede ser realizada por una persona sola o en pareja, y puede incluir el uso de plumas, cepillos, uñas o cualquier objeto que produzca cosquillas en la piel.

Algunas personas disfrutan de la sensación de cosquilleo en zonas erógenas del cuerpo, como los pies, las axilas, el cuello o los genitales.

Cosquillas y BDSM

Las cosquillas pueden ser una forma de juego previo o de estimulación erótica en el BDSM. Algunas personas disfrutan de las cosquillas como una forma de provocar la sensación de vulnerabilidad y sumisión, mientras que otras pueden disfrutar de ellas como una forma de castigo o tortura leve.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que las cosquillas pueden resultar una experiencia muy intensa, y que es necesario establecer límites claros y comunicarse abiertamente con la pareja. Esto es imprescindible para asegurarse de que ambas partes estén cómodas y seguras

Además, aunque las cosquillas pueden estar ligadas al contexto del BDSM, también pueden practicarse en relaciones sexuales vainilla, ya que el fetiche de cosquillas no está estrechamente relacionado con la dominación-sumisión.

Además, las cosquillas pueden no ser adecuadas para todas las personas en el contexto del BDSM, porque lo primordial en las relaciones de este tipo es determinar cuáles son tus límites y cumplir los de la otra persona.

El uso de cosquillas en prácticas BDSM hace que el contacto con la piel del sumiso sea muy superficial, y se suele hacer con unos plumeros eróticos que, además, están diseñados para la práctica del tickling.

Zonas erógenas para practicar el tickling

Aunque generalmente las personas tienen cosquillas en determinados puntos de su cuerpo, el tickling consiste en hacer cosquillas en las zonas erógenas. Te contamos cuáles son las mejores zonas para practicar tickling:

Los pies son una zona extremadamente sensible del cuerpo, y las cosquillas pueden resultar muy excitantes.

Las axilas son otra zona erógena que puede ser muy sensible a las cosquillas, y que puede generar una gran excitación.

Los costados son una zona muy sensible del cuerpo; hacer y recibir cosquillas en el costado, muy placentero.

El cuello es una de las zonas más erógenas del cuerpo, así que por qué no probar las cosquillas en ella. ¡Te excitarás muchísimo!

Hacer cosquillas en los muslos es una tortura doble: es una zona que está muy cerca de los genitales, así que el sumiso va a desear una estimulación directa en los genitales, al mismo tiempo que un contacto más directo con su piel

Cómo hacer cosquillas eróticas placenteras

Tanto si estás en un contexto BDSM como si no, las cosquillas eróticas pueden ser una forma divertida y excitante de explorar con tu pareja. Pero ¿por dónde empiezo?, te preguntarás. A continuación te damos algunos consejos para empezar a practicar tickling y no morir en el intento.

En primer lugar, empieza suave. Comienza con cosquillas lentas en zonas erógenas pero no necesariamente sensibles a cosquillas, como el cuello, el costado o los muslos. Asegúrate de que tu pareja está cómoda y dispuesta a experimentar. 

Utiliza las manos para hacer cosquillas, puesto que son más suaves y precisas que otras herramientas como plumas o cepillos. Así que para empezar, mejor con las manos.

Varía la presión poco a poco. Alterna entre cosquillas suaves y otras más intensas para mantener a tu pareja en tensión y aumentar su excitación. 

Experimenta con diferentes áreas del cuerpo. Prueba a hacer cosquillas en diferentes partes del cuerpo, para descubrir cuáles son las zonas más sensibles y placenteras.

Combina las cosquillas con otros estímulos. Si alternas cosquillas con besos, caricias o masajes, seguro que aumentará la excitación. Además, en las relaciones BDSM los besos pueden ser considerados un premio por tolerar el resto de estímulos.

 

En definitiva, las cosquillas eróticas son una gran fuente de placer si las utilizas en contextos adecuados y, por supuesto, siempre con el consentimiento de la otra persona.

Miss Sexydream

Miss Sexydream es la redactora jefa del blog del sex shop Sexydream. Especialista en las artes amatorias, le apasiona la literatura erótica, los masajes con aceite y los preliminares que comienzan con una copa de buen vino.

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